Hoy 1º de noviembre de 2008, inicio esta página. Aunque algunos amigos ya comentaron antes. Me encontraron porque colaboro en un blog amigo como "Rolito", un Rolito para gente más adulta en "Las fiestass del castillo"
En la cabecera de página, las imágenes, no son más que la expresión de mi deseo. El video musical también es una forma de expresión de mi deseo, el que estoy segura de que ustedes comparten.

sábado, 9 de mayo de 2009

Eligiendo un jardín de infantes


¿Y para vos, qué es tu hijo? ¿Sabés en qué manos lo dejás? ¿Tu hijo no vale unas horas de trabajo menos, a cambio de verificar cómo lo conducen aquéllos a quienes se lo confiás? ¿No es por él por quien trabajás?




Lo anterior es parte de mi entrada del 4-11-2008.

Como vemos, el micro escolar de la foto está cruzando una avenida por un sitio no habilitado para ello, y como si esto fuera poco, por un sitio en donde debe zigzaguear para hacerlo. Esta foto fue tomada por mi hijo, desde el lugar en donde espera el transporte que lo lleva a su lugar de trabajo. Cuenta Aníbal (mi hijo) que esta escena se repite cada día. ¡Y con niños a bordo!
¿Somos padres negligentes o distraídos? Yo creo que negligentes. No podemos permitirnos la distracción cuando se trata de la seguridad de nuestros hijos. Es muy probable que el padre que hace la vista gorda a esta situación conduzca de la misma manera peligrosa para su familia y por eso le resta importancia al hecho.
Es probable que se pueda realizar esta maniobra nefasta mil veces sin una consecuencia trágica. Pero sólo hace falta una vez para que se produzca un accidente fatal. Esa única vez puede destruir a toda la familia. He visto familias destruidas a causa del fallecimiento de uno de los hijos. Familias desmembradas o con el responsable de la tragedia enloquecido.
Las cosas hay que pensarlas antes de que sucedan. Ciertas cosas no debemos permitir que sucedan nunca. Existen suficientes cantidades de accidentes no provocados por nosotros, que pueden involucrarnos sin necesidad de que colaboremos para ello. Sin necesidad de que el drama sea aún mayor, a causa de nuestro descuido.
Siempre que tuve que tomar alguna decisión acerca de la seguridad de mi hijo pensé que es probable que no le suceda nada malo, pero que si le sucediera ¿cómo seguiría yo, viviendo con mi culpa y mi dolor?
Con mi hijo, ante la duda: NO ME ARRIESGO. MEJOR DICHO: NO LO ARRIESGO.

¿A qué vino todo este preámbulo? A que hay veces que restamos importancia a la posibilidad de hacer una mala elección.
Al elegir un establecimiento escolar no solemos tener en cuenta el detalle del micro que transportará a nuestro más preciado bien. Aquél por el que vivimos, trabajamos, soñamos…
Elegimos una escuela por la buena fama que tiene, y muchas veces esa fama es fabricada por sus directivos y no por quienes deberíamos respaldarla (los padres y los empleadores). ¿De qué les serviría a nuestros hijos una buena instrucción si no podrían usufructuarla, a causa de una invalidez o de la muerte?

Hay muchas personas en la periferia de una escuela, que no son docentes, que no son gente preparada para hacerse cargo de niños. Esas personas no siempre son examinadas teniendo en cuenta las necesidades y los cuidados de los pequeños. Además, hay muchos directivos de escuelas que no se hacen cargo del bienestar de los chiquitos, sino tan solo del suyo propio; y negocian todos los accesos a ellas.

Ningún conductor irresponsable podría manejar un micro escolar sin el apoyo de la misma escuela y de los mismos padres. Es la escuela la que informa a los padres sobre la existencia del mismo. Es la misma escuela la que ofrece el servicio. Y es la misma escuela la que no lo controla. Y son los mismos padres quienes tampoco lo hacen. No sé dónde quedó aquello de que la escuela es responsable de la conducta y de la seguridad de los niños dentro de un cierto radio de influencia.
Son los padres los que deben velar por la seguridad de sus hijos si la escuela no lo hace. Si una sola vez, cada padre se tomara la “molestia” de seguir al micro escolar, y en caso de que éste hiciera maniobras peligrosas, prescindiera de tal servicio informando por carta documento a la escuela el por qué de tal declinación, estas cosas no sucederían porque el negligente conductor se quedaría sin clientela; porque eso son para él, los niños: sólo clientes, solo mercancía que transportar.
Pero cuando los padres son cómodos u obsecuentes con la escuela a cambio de que ésta no fastidie a su hijo, callan y arriesgan su vida y su correcta formación.
Yo pretendo que la escuela forme a mi hijo de manera integral, y aunque jamás le suceda un accidente en ella, pretendo que salga de allí con buenas costumbres incorporadas a su persona, que le sirvan para el resto de su vida.
Si todos los padres reclamáramos ante la escuela no sucederían las cosas que nos sucedieron en el nivel elemental de la educación de Aníbal, pues la escuela se vería obligada a corregirse. Entonces, los padres estaríamos construyendo una escuela mejor y más segura.

Cuando los ciudadanos hacemos estos tipos de reclamos, la escuela dice que no puede abarcar tanto, que su misión es la de transmitir conocimientos, que de la educación deben encargarse los padres. Y yo respondo que no hay tarea adicional al educar al niño, basta con conducirse correctamente para que el niño lo aprenda. Para el niño, los padres, maestros y todo su entorno, son modelos idealizados que imitará.

Es necesario extremar los cuidados y la vigilancia a quienes se encargan de nuestros hijos, hablar con los niños acerca del viaje a la escuela, de los recreos, de los auxiliares (porteros y personal de limpieza), acerca del que atiende el kiosco interno, acerca de las personas de la asociación cooperadora, etc..
Y más necesario aún lo es, cuando se trata de hijos con capacidades diferentes, con capacidades limitadas. Personas inescrupulosas suelen aprovecharse de estas desventajas.

En próximas entradas relataré algunas de mis malas experiencias con la escuela elemental de Aníbal.


"POR UNA INFANCIA FELIZ, PARA UN MUNDO MEJOR"

ELIZABETH




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